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Un día perfecto en Oporto podría ser en mayo o en junio, quizá a principios de julio. Aunque lo cierto es que Portugal sorprende con días preciosos y soleados incluso en pleno invierno.
Empieza desayunando en una de las muchas panaderías que hay por toda la ciudad. Podría ser en la Rua Santa Catarina en el famoso Café Majestic si el presupuesto no es un problema, pero la verdad es que podría ser en cualquier otro. Comencemos el día arriba, en la parte alta de la ciudad y vayamos descendiendo mientras pasan las horas.
Desayunar y pasear
Una torrada -pan tostado con mantequilla, pero ¡qué pan!– y una meia de leite o galao que es lo mismo a un café con leche grande. Para terminar: un pastel de nata.

Desde la Praça da Batalha caminamos a la Rua Santa Catarina, donde la ciudad se despierta y abre la puerta de sus locales y tiendas, entre antiguos y tradicionales hasta modernos y «globalizados». Pasemos por la Capela das Almas y tomemos fotos en los azulejos que la engalanan. Es realmente preciosa.

El mercado de Bolhão está al cruzar, y entramos para retroceder en el tiempo mientras escuchamos los gritos de las peixeiras que nos ofrecen sus productos: pescados, mariscos, verduras, frutas, flores y mucho más. (Atención: 2018 el mercado se encuentra cerrado para una necesario remodelación que tomará por lo menos un par de años)
Compramos una bolsa de fresas y unas botellas de agua -¡hace calor!- para continuar nuestro paseo a pie por la Santa Catarina hasta llegar a la Rua Passos Manuel donde descenderemos, mientras pasa el tren eléctrico (tranvía), hasta la Avenida dos Aliados.

En la Avenida dos Aliados podremos descansar un poco en su plaza, pues tampoco está todo tan cerca como en esta narración parece.
Sentados ahí podremos disfrutar de los almendros, que ya en estas épocas estarán coloreadas las hojas de rojo y ver, arriba, la Cámara Municipal de Porto.
Hora de la comida
Quizá ya es la hora de comer, pero aguantamos un poco más y subimos a la Cordoaria, vemos la famosa librería Lello y la Torre de los Clérigos y desde ahí, avistamos lo que será el momento cumbre: el paseo por las márgenes del río.

Al cruzar la plaza una serie de restaurantes típicos nos esperan para comer un buen plato de bacalhau, sardinas si fuera ya época, una francesinha o de tripas a la moda de Oporto, para los más arrojados.
Ahora sí, descendamos a la Ribeira mientras descubrimos las pequeñas y tradicionales tiendas llegamos a ese paisaje único que nos muestra majestuoso al río.

Enfrente, en Vila Nova de Gaia, nos esperan las bodegas de vino oporto, donde podremos, entre catas, pasar el final del día.
Para más ideas de rutas en Oporto os recomendamos ver nuestras rutas de 1 o 2 días para ver Oporto.